La semana pasada, la oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) solicitó formalmente a la Secretaría de Economía iniciar consultas técnicas al amparo del T-MEC con respecto al último decreto del pasado 13 de febrero publicado por el presidente López Obrador para regular el maíz transgénico o maíz amarillo que prohíbe las importaciones para consumo humano. Si bien los países tienen el derecho de implementar regulaciones sanitarias y fitosanitarias en aras de proteger la salud, estas medidas deben sustentarse bajo criterios científicos. Como hasta el momento, la información que México ha proporcionado para justificar la medida no ha demostrado cumplir con los estándares internacionales y criterios científicos, el gobierno de EEUU considera que la medida es violatoria a los compromisos de México en el T-MEC y por ello activa el mecanismo de consultas.
En 2020, el gobierno de México emitió un decreto, ampliamente cuestionado por Estados Unidos, que prohibía la importación total de maíz transgénico al tiempo que establecía un periodo de transición de cuatro años para sustituirlo en su totalidad. Después de tres años de cabildeo bilateral, el gobierno mexicano emitió un nuevo decreto a inicios de este año, que permite la comercialización de maíz amarillo para uso industrial y limita la importación de maíz genéticamente modificado únicamente para consumo humano. No pasó ni un mes para que la Representante de Comercio de Estados Unidos Katherine Tai, activara la primera etapa del proceso de solución de controversias del T-MEC objetando que la acción de México es infundada. En los próximos meses, la Secretaría de Economía deberá probar que la normatividad mexicana se sustenta bajo criterios científicos y tocará resolver la diferencia bajo el marco jurídico internacional. Sin embargo,aquí lo que resulta alarmante y muy cuestionable es que ninguno de los dos decretos presentados por el gobierno de México, fueron acompañados de una evaluación de impacto. Tanto que el gobierno se tuvo que echar para atrás.
México es el mayor importador de maíz del mundo y el 90% de nuestras importaciones son maíz transgénico y provienen de Estados Unidos. Casi en su totalidad, este tipo de maíz es utilizado para la crianza y producción de carne de res, pollo y cerdo. Y si bien nuestra balanza comercial es deficitaria en maíz con Estados Unidos, es superavitaria en el algunos productos del sector pecuario, reflejo de la complementariedad económica e integración comercial.Por lo tanto, una restricción a las importaciones, ocasionaría una grave distorsión al comercio y un profundo daño económico tanto para Estados Unidos como para México. Sobran ejemplos de países que ingenuamente han buscado imponer instrumentos restrictivos al comercio bajo supuestos ideológicos. Por ello, la sobre-ideologización de la política comercial,es decir poner la creencia por delante de la ciencia, será la barrera no arancelaria más importante que nuestro país, nuestros socios comerciales y las empresas de ambos, deberán franquear.
Por: Renata Zilli
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